Ferrari San Marco: El motor del Cavallino rampante sobre el agua

En el mundo del motor, hay historias que navegan entre la leyenda y la realidad. Algunas ruedan sobre asfalto. Otras, como esta, surcan el agua. El Ferrari San Marco no es un coche, pero late con un corazón V12 firmado en Maranello.

Es un hidroplano de competición nacido en 1957, una joya técnica construida por Cantieri Navali San Marco y propulsada por la misma alma mecánica que impulsaba los monoplazas de Ferrari. Un experimento audaz que llevó el rugido del Cavallino Rampante más allá de los circuitos y que hoy descansa como un testimonio silencioso en el Museo Enzo Ferrari de Módena.

Un hidroplano con vocación de Fórmula 1

Este barco, oficialmente conocido como San Marco-Ferrari KD800, fue diseñado bajo la filosofía de los hidroplanos de “tres puntos”: dos flotadores delanteros (sponsons) y una estrecha cola en contacto con el agua. ¿El objetivo? Reducir al mínimo la fricción para alcanzar velocidades imposibles en esa época.
Pero el verdadero corazón de esta criatura estaba en sus entrañas: un motor V12 Lampredi de Ferrari, el mismo que había nacido para rugir en circuitos como Monza o Spa. Adaptado para uso marino, el propulsor fue afinado por el departamento Corsa de Ferrari, sí, el mismo que afinaba los coches de Fórmula 1. Para refrigerarlo, se diseñó un sistema que utilizaba directamente el agua del lago. En plena competición, este motor era capaz de desarrollar entre 550 y 600 caballos de potencia, todo en una estructura que apenas tocaba el agua.

No era un Ferrari... pero lo era

Ferrari nunca fabricó el casco del barco. Ese mérito es de los astilleros San Marco. Sin embargo, el alma era puramente Ferrari, y no cualquier Ferrari. El motor fue montado y afinado con mimo por los técnicos de Maranello, y la embarcación recibió el número de casco 069. Una colaboración atípica y visionaria, fruto de una época en la que las fronteras entre disciplinas eran más porosas y el ingenio se medía en caballos, no en presupuestos.

La competición sobre el agua

Durante los años 50 y 60, este tipo de embarcaciones dominaron el mundo de las carreras de lanchas de alta velocidad. Las competiciones se celebraban en lagos italianos, suizos y franceses, atrayendo a una élite de pilotos y mecánicos que veían en el agua un nuevo terreno de conquista. Aunque el San Marco-Ferrari no alcanzó la fama de algunos bólidos sobre ruedas, se convirtió en un símbolo del poderío técnico de Ferrari, incluso fuera del asfalto. En una embarcación como el San Marco-Ferrari, el control era cuestión de precisión. El volante, fabricado en madera, exigía firmeza y tacto al mismo tiempo. Unos buenos guantes no eran un capricho, sino una herramienta. Hoy, modelos como los Triton Suede Rojo de Café Leather ofrecen ese equilibrio entre funcionalidad y estilo clásico. Su ajuste, su textura y su agarre responden justo a lo que pide una experiencia de conducción exigente, ya sea sobre ruedas o, como en este caso, sobre el agua.

Lo único que le falta a un volante de madera es un buen par de guantes. ¿No es así?

De las olas al museo

Hoy, el Ferrari San Marco se exhibe en el Museo Enzo Ferrari, junto a algunos de los monoplazas más legendarios de la Scuderia. Brilla bajo los focos con una elegancia silenciosa, casi como si siguiera vibrando por dentro. Es una cápsula del tiempo que encapsula el espíritu de una era en la que la velocidad no entendía de superficies: si algo tenía motor, era un terreno para soñar.


Fotografías de: Henri Thibault